Del 24 al 28 de septiembre presentarán su declaración ante el Juzgado B
de Mayor Riesgo de la capital, en horario de 8:00 a 16:30 horas, 15 mujeres q
́qchís provenientes de diferentes comunidades de Izabal, en un proceso que
busca justicia por hechos de esclavitud y violación sexual como arma genocida y
femicida durante el conflicto armado interno de Guatemala.
Este caso se convierte en un referente en la búsqueda de una sanción
para los culpables de delitos catalogados como crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, por
la instrumentalización de la violencia de género en contra de las mujeres los
cuales, durante años, han permanecido ignorados en el país.
Representa además la lucha de mujeres que en diversas comunidades de
Guatemala y del mundo, que anhelan romper el silencio y terminar con la
impunidad por los múltiples hechos de violencia de género perpetrados durante
el conflicto armado interno.
La trascendencia de este suceso es histórica pues será la primera vez en
la historia de Guatemala y el mundo, que mujeres víctimas de violación y
esclavitud sexual, se presentan ante juzgadores de cortes nacionales a
testificar en demanda de justicia y reparación por estos gravísimos hechos.
Todos los casos anteriores se han conocido en cortes internacionales.
Las mujeres que relatarán las historias de horror que vivieron,
pertenecen a comunidades que se ubican en la Franja Transversal del Norte,
donde confluyen fuertes intereses económicos de carácter transnacional,
relacionados con explotación petrolera y minera, mono cultivos.
Es una región de grandes latifundios y donde la tierra es un elemento
fundamental. Durante el conflicto armado interno la zona fue resguardada por el
ejército a petición de los propietarios, que se asentó en las fincas, formando
un circuito de destacamentos que funcionaban como centros de tortura y
exterminio.
En la zona, varios destacamentos funcionaron como centros de recreación
y descanso de la tropa. Por esa razón, entre 1982 y 1986, las mujeres víctimas
de este caso fueron esclavizadas, luego de desaparecer o ejecutar a sus
esposos, que eran líderes campesinos que luchaban por la titulación de su
tierra. El ejército destruyó sus bienes, fueron desplazadas y las hicieron
esclavas domésticas y sexuales, una pesadilla que duró varios años. Los efectos
en la vida de las mujeres sobrevivientes, sus familias y comunidades han sido
graves y les ha condenado a la estigmatización, marginación y pobreza.
Estas audiencias marcarán el comienzo de un proceso en el que se
testificará de los horrores vividos. El acompañamiento de los medios de
comunicación será crucial y solicitamos su apoyo para que, por el momento, la
identidad de las mujeres sea resguardada por su seguridad.
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