Los derechos humanos de los menores migrantes no acompañados son violentados en las cuatro fases del proceso: en sus países de origen, durante el tránsito, en los países de destino y después de su repatriación.
Por Geovanni Contreras
27 de Mayo de 2015 a las 13:20h
El informe “Niñez y migración en Centro y
Norte América: causas, políticas, prácticas y desafíos” hacer ver que ninguno
de los países involucrados ponen de su parte para cambiar la situación de miles
de afectados.
Miembros de la Pastoral de movilidad Humana exponen sobre las
violaciones a los menores migrantes.
(Foto Prensa Libre: Geovanni Contreras).
El Centro de Estudios sobre Género y
Refugiados de la Facultad de Derecho de la Universidad de California Hastings,
y el Programa Migración y Asilo del Centro de Justicia y Derechos Humanos de la
Universidad Nacional de Lanús de Argentina dirigieron el estudio, con apoyo de
organizaciones en cada país.
En el
caso de Guatemala, fue la Pastoral de la Movilidad Humana y la Asociación Pop
No’j. La investigación de dos años se hizo en Guatemala, Honduras, El Salvador,
México y Estados Unidos, explicó Lisa Fridman, parte del equipo que coordinó el
informe.
Sin acciones
Los niños y adolescentes afectados por la
migración salen de sus países porque se han convertido en testigos directos de
la violencia, experimentan violaciones de los derechos humanos y discriminación
por diversos motivos, faltas de oportunidades de empleo y sin acceso a
educación, servicios médicos e incluso alimentos.
“Hay una ausencia de políticas públicas que
atiendan la problemática. Las instituciones rectoras solo se involucran en la
recepción de los deportados y terminan el ciclo al entregar al niño a sus
familias, sin dar seguimiento”, indicó Carol Girón, directora general de
Proyecto de la Pastoral de Movilidad Humana.
Los problemas siguen en la fase de tránsito;
especialmente en México, donde los actores gubernamentales y carteles
criminales acechan a los niños y sus familias con secuestros, extorsiones o
violaciones.
“Hay
discriminación en todos los niveles. Incluso a las mujeres se les da
anticonceptivos porque saben que van a ser violadas por el coyote, sus
compañeros de viaje o las autoridades”, lamentó Juan José Hurtado, director de
la Asociación Pop No’j.
En los países de destino la situación empeora
porque las políticas están centradas en el control de la migración, y no en los
derechos de los menores.
Gerardo Espinoza, del Centro de Derechos
Humanos Fray Matías de Córdova, con sede en Tapachula, México, hizo ver que las
instituciones de su país aplican políticas de control migratorio que castigan y
disuaden la migración, pero no protegen a los niños ni se promueve el respeto
de los derechos humanos.
Juan Luis Carbajal, secretario ejecutivo de
la Pastoral, expresó: “Los niños migrantes no son paquetes para entregar sin
acompañamiento y sin trato digno”.
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