“Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímeneS de los perversos, como del estremecedor silencio de su gente sencilla y humilde.”
(Mildred Adriana Alvarado)
Desde hace más de cinco años
hemos fortalecido una alianza de organizaciones de mujeres Mayas que ha tomado
el nombre de Casas Grandes de Mujeres de Occidente[1]. Nuestras organizaciones han venido
desarrollando un proceso de formación política y de coordinación frente a los
temas más sentidos.
Lástima que esta vez nos
convoque la violencia sexual, una cruel y cobarde, una desleal a los principios
y valores, atrevida y desconsiderada, convertir todos esos términos a positivo
depende en gran medida de nuestra lucha por el cambio que hay que provocar en
cada uno y en cada una de nosotras.
La violencia también es histórica, pues superar las
secuelas en Guatemala y el mundo no es nada fácil, en la actualidad las mujeres
seguimos siendo víctimas de violación y esclavitud sexual, demandamos justicia
y reparación por estos gravísimos hechos. Muchos casos se han conocido en
cortes internacionales, no siendo suficiente aun, porque en Guatemala la
violencia de todo tipo se ve y se siente en la cotidianidad.
Ser joven es una gran responsabilidad, me invade el
temor de que se nos culpe a nosotras, por no hacer nada en el presente, por
solo vivir el momento y no hacer nada frente a la violencia sexual, no puedo
quedarme acomodada, mis descendientes también pueden señalarme por dejar pasar
la violencia a nuestras generaciones, yo no quiero que la violencia cruce la
frontera generacional, pero no depende solo de mi, piensa, actúa, decide, en ti
hay algo que puedes cambiar.
Juventud Maya,
¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena y
libre de violencia?, nuestras abuelas y abuelos también nos han formado para
ser diferentes, para promover un sistema de justicia Maya, justo y reparador, en
la práctica, corregirnos desde las cenizas del error es y será una tarea
cotidiana.
[1] Se denomina Casas Grandes a las organizaciones de mujeres,
retomando con ello una figura organizativa prehispánica, a la cual se hace
mención en el Popol Wuj. La Alianza de
Casas Grandes integra a 16 organizaciones de mujeres.
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